La calibración y perfilado del monitor es una de las piezas claves en lo que es dado a llamar «la gestión del color», si nuestro monitor no rinde al máximo, y de manera objetiva, todos nuestros esfuerzos por mejorar nuestras imágenes y los resultados esperables a la hora de la impresión serán azarosos en el mejor de los casos.
Nuestro monitor, si deseamos lograr resultados previsibles y repetibles, debe estar perfilado y calibrado. De no hacerlo es como trabajar con anteojos de colores ya que nos estaremos mintiendo a nosotros mismos, primero a nuestros ojos y luego a nuestro cerebro, quien nos hará tomar las decisiones de procesamiento en base a nuestras preferencias o necesidades.