RAW vs. JPG – Existe la batalla?

Este tema, tan increíblemente polémico en todos los foros y ámbitos de la fotografía, parte de una pre-concepción errónea en cuanto a que se comparan peras con olmos y no peras con peras, u olmos con olmos. ¿A qué me refiero? A que permanentemente se comparan estos dos modos de captura de nuestras cámaras digitales como si se trataran de dos formatos de imagen (como podría ser JPG vs. TIFF) y de allí parten las interminables y tediosas discusiones donde mil conceptos y términos (generalmente mal explicados o comprendidos) se mezclan y suman confusión a la discusión general.

Pues bien, comencemos por el principio: Los archivos RAW NO-SON-IMAGENES, si tal cual lo leés, un archivo RAW no contiene una imagen como sí ocurre en el caso de los archivos JPG, TIFF, etc. Los archivos RAW contienen (además de metadata, que no viene al caso de este artículo) solamente información en cuanto a la cantidad de fotones que impactan en cada fotocélula del sensor. No contienen “píxeles” -como sí los contienen los formatos gráficos de archivos- y no registran ninguna información relacionada al color (espacio de color, gamma, profundidad de color, etc.) ya que la información que en ellos se almacena es monocromática, al igual que nuestros sensores. ¿¿¿¿Qué????  ¿Que los archivos RAW son monocromáticos y que el sensor de mi cámara también? Si, es así.

Dicho esto, empecemos a detallar un poco mejor entonces de que se trata un archivo RAW y el por qué de la batalla “versus los archivos JPG” es simplemente una no batalla, ya que estaríamos comparando peras con olmos, como decía al principio.

Aclaro antes de seguir adelante que por “archivo RAW” se entiende a todos los diferentes formatos de archivo (.CR2, .NEF, .DNG, etc.) que cada fabricante de cámara define para almacenar los datos generados por los sensores de sus cámaras, no es un formato en si mismo, sino una categoría que engloba a diferentes formatos -especificaciones-, como lo son los archivos “de video”, “de audio”, etc.

La traducción literal de RAW desde el inglés es “crudo”, pero “crudo” desde el punto de vista de la falta de procesamiento (podríamos traducir también como “en bruto”), desde el hecho que esos datos son el producto directo de una medición, sin ningún tipo de interpretación ni alteración posterior, siendo necesario el procesamiento de esos datos para lograr generar una imagen que pueda ser representada por nuestro monitor o el display LCD de nuestra cámara. Esto significa también que el hecho en si de la captura en modo RAW nos remite a la esencia de la fotografía, a la capacidad de capturar -mediante su medición y su almacenamiento- a la luz que compuso lo que vimos en nuestra cámara a la hora de disparar el obturador y no el daño que esa luz le hizo a algún elemento fotosensible como era el caso de los haluros de plata o cualquier otro medio anterior, para poder luego procesar (revelar digitalmente) esa información y conformar la imagen resultante como mejor consideremos, y allí si, almacenemos nuestra imagen en el formato gráfico que más nos convenga, sea este JPG, TIFF, PNG o cualquier otro.

Para comprender mejor de que se trata un archivo RAW y cual es la función de los programas utilizados en la fase de “revelado digital” (y sus componentes de procesamiento RAW, o “RAW processors”) es importante comprender cómo están conformados y como trabajan los sensores de nuestras cámaras.

La enorme mayoría de los sensores -usados en cámaras fotográficas, teléfonos, tablets, escáneres, cámaras de video, etc.- utilizan un tipo de sensor basado en una tecnología patentada por Kodak a mediados de los  años 70, conocida como “Mosaico de Bayer“. Ese mosaico es en realidad una capa de filtros de color ubicados unos sobre cada fotocélula que permite que cada uno de nuestros famosos “megapíxeles” por los cuales pagamos tanto dinero “vea” solamente una parte del espectro de color que le impacta y que mida la cantidad de luz que a él llegó. Estos filtros, como se ve en la imagen siguiente son un 25% rojos, un 50% verdes y un 25% azules. ¿Resultan familiares estos colores, no?: RGB.

¿Por qué RGB? Simplemente porque “nosotros somos RGB”. Nuestro sistema de visión funciona de esa manera y este modelo concebido por Bryce Bayer hace una mímica de la constitución física de nuestro sistema visual ya que tenemos aproximadamente el doble de células (conos) sensibles al color verde -a ese rango de colores del espectro- que sensibles al rojo o al azul.

Mosaico de Bayer

 

Si prestamos atención al patrón de 2×2 filtros que inicia en el extremo izquierdo de la imagen (un filtro azul) veremos que se repiten dos filtros verdes por cada filtro rojo o azul, es decir que nuestro sensor almacena dos veces más información para la zona central del espectro -verdes- que para los extremos -rojos y azules- ya que así es como funciona nuestro sistema visual (nuestros ojos) y el fin último de la captura fotográfica, analógica o digital, fue siempre imitar -al máximo posible- nuestro propio comportamiento sensorial ante la luz y lograr resultados similares a nuestra percepción del color.

Nota: Si querés leer más sobre diferentes tipos de sensores y de mosaicos, te recomiendo este artículo, en inglés.

Si fuiste siguiendo el hilo de la explicación, quizás te surjan preguntas como ¿Entonces mis 10 megapíxeles no son 10 megapíxeles? ¿De mis 10 megapíxeles, son 5 megapíxeles verdes, 2,5 azules y 2,5 rojos? ¿Los píxeles no están compuestos por R, G y B? ¿No dijiste más arriba que el sensor es monocromático? Mi idea no es confundirte más sino ordenar la explicación, así que veamos cada punto.

¿No son 10 (4 u 80, 0 la cantidad que tenga tu sensor) píxeles? No, son XX “mega-fotocélulas”, las cuales al estar “ocultas” tras un filtro de uno de estos tres colores, registran la cantidad de luz (cantidad, no color) que pasó por el filtro y que corresponde a ese segmento del espectro. En el próximo párrafo tendrás tus píxeles.

¿Cada uno de mis X megapíxeles, no está compuesto por información de sus componentes R, G y B? Si, claro, pero no a la hora de la captura. A la hora de la captura y del almacenamiento del archivo RAW en la tarjeta de tu cámara solamente se guarda la cantidad -magnitud- de luz que impactó en cada celda individualmente, luego, en tu programa de procesamiento RAW (Ligthroom, Aperture, Adobe Camera RAW, etc.) se lleva adelante un proceso llamado “demosaicing” en inglés, o “interpolación cromática” en español. Este proceso se lleva a cabo para “reconstruir”, a partir de un 50% de mediciones sobre la parte central del espectro (celdas con filtros verdes) y 25% de mediciones de cada extremo del espectro visible (celdas con filtros rojos o verdes) la imagen original que impactó sobre la totalidad del sensor. Otra tarea del proceso de demosaicing o interpolación cromática, es el de justamente, por interpolación, generar los componentes RGB correspondientes a cada celda, analizando las mediciones de las celdas vecinas. Luego de esto, sí tendrás los XX megapíxeles por los cuales pagaste, con su componente R, G y B por separado, no antes. Como todo proceso de interpolación, no hay “un método” para llevarlo adelante sino que cada fabricante de software produce sus propios algoritmos, con lo cual cada procesador RAW puede hacerlo “mejor o peor”, o mejor dicho, más o menos a nuestro gusto.

Nota: Para ser más preciso, durante este proceso se realizan como mínimo otras dos tareas fundamentales que son la de aplicar a esos valores RGB un espacio de color al cual refieren (un mapa de esos colores sobre el espacio de color que los humanos somos capaces de percibir) y un gamma o curva de contraste asociado a ese espacio de color, pero estos puntos merecen sus propios artículos,  a los cuales enlazará éste a medida que los vaya publicando.

¿Y lo del sensor monocromático? Justamente, se desprende del punto anterior. Si nos planteamos de que manera trabajan nuestros ojos (en realidad los conos, las células que son imitadas por cada celda del sensor fotográfico con su filtro) veremos que también nuestros ojos son monocromáticos. Esas células simplemente se encargan de transmitir a nuestro cerebro que cantidad de luz “de cada color” (de cada porción del espectro a la que son sensibles) han recibido y el cerebro se encarga de realizar la interpretación de esa información (procesamiento RAW) y producirnos la percepción del color como nosotros la conocemos. Por esto último se dice que el color no existe, sino que es percibido.

Al igual que cada algoritmo de procesamiento en nuestros programas logra un resultado diferente (ni mejor ni peor, al menos diferente, o no óptimo si lo comparamos con valores absolutos), cada cerebro es subjetivo (por problemas en nuestra visión, cansancio, edad, sexo, iluminación, etc.) a la hora de conformar los colores que percibimos lo que nos tiene que hacer quedar claro que nuestro sistema de visión no es lo mejor a la hora de evaluar colores y que debemos delegar ciertas partes del procesamiento a las buenas prácticas de la gestión del color en nuestro flujo de trabajo.

Pero volviendo al punto y luego de tanto palabrerío… ¿RAW o JPG? ¿Cómo configuro mi cámara?

Volviendo atrás toda la explicación y repitiendo lo que dije al principio de que no son cosas comparables (son dos opciones o tres en algunas cámaras que además permiten almacenar en formato TIFF), sino que el modo RAW permite almacenar toda la información recibida por el sensor (la luz, si queremos ser más poéticos) y en cambio al almacenar nuestras imágenes el modo JPG (o TIFF) todo el procesamiento que expliqué (y muchos otros puntos que no expliqué como ser sharpening, curva de contraste, espacio de color, reducción de ruido, etc.) son llevados a cabo por nuestra cámara, sin el menor de los controles por nuestra parte, perdiéndose toda la información original ya que nuestro archivo “crudo” fue “cocinado” (resultando un archivo gráfico, con nuestros XX megapíxeles) mediante una receta que nosotros apenas pudimos supervisar desde el menú de nuestra cámara. Al almacenar nuestra captura en formato JPG solamente, estamos realizando lo que se denomina un procesamiento “destructivo”, ya que la fuente de datos con la que se generó la imagen (el archivo RAW que no quisimos almacenar) se pierde, no pudiéndose volver atrás ninguna decisión. En cambio, almacenando esa captura en formato RAW, no solamente podemos tener el control del 100% del proceso de “revelado” de esa imagen, sino que lo podemos repetir tantas veces como queramos ya que ese proceso es “no destructivo”, no modificándose jamás el archivo RAW original. Otro valor agregado adicional de disponer del archivo RAW de cada captura es que a medida que los procesadores RAW mejoran (Adobe Camera RAW está siendo actualizado en forma permanente, al igual que todos los otros programas) nuestras imágenes pueden hacerlo también, y a medida que aprendemos nuevas técnicas podemos también aplicarlas a nuestra captura original, algo nunca posible hasta la era digital, tan criticada por tanto “purista”.

Todas las cámaras -que yo conozco- que permiten almacenar en modo RAW las capturas, permiten también hacerlo en modo “dual”, es decir almacenar tanto el RAW como el JPG, con lo cual para quien lo prefiera así quizás sea el mejor de los mundos: Satisfacción instantánea ya que puedo sacar mi JPG directamente de la tarjeta en cualquier mini-lab del lugar más remoto y listo, pero además tendré mi archivo RAW para procesar (o post-procesar como se le dice también incorrectamente a este proceso), con lo cual, si la idea es experimentar en modo RAW y ver si “es mejor” (odio decirlo así…) que capturar en JPG, y el espacio en la/s tarjeta/s no es problema, adelante.

Particularmente capturo en el 100% de los casos en RAW ya que por el contrario de lo que se puede sospechar, no implica un trabajo adicional el exportar esas capturas, más allá de unos pocos clicks y con las facilidades de los programas como Lightroom (y cualquier otro) de tener presets de exportación, es literalmente un trabajo de pocos clicks el exportar mis imágenes, perfectamente procesadas, a mi gusto y parecer, desde mis archivos RAW originales (desde la “luz tal cual fue capturada” podemos decir) al tamaño, resolución, espacio de color, formato, compresión, profundidad de color y sharpening deseados, sin tener que arrepentirme por cualquier decisión que tomé al momento de la captura, quizás años atrás. Capturando en modo RAW solo tengo que preocuparme por el foco, la exposición y que la foto no esté movida (o sí lo esté) y el resto del procesamiento es justamente, procesamiento, no captura.

Espero haber sido claro en la explicación de “qué es un archivo RAW” y no sobre si es “peor o mejor que un JPG o un TIFF” ya que hablando de “crudo” y “cocido”, sería como comparar a un huevo con una tortilla 🙂